Ella se detiene en la esquina y piensa «todos somos turistas»; es Buenos Aires, el Buenos Aires que la engendró, las calles que se bifurcaron como piernas al parirla Güemes, Quilmes, Boedo después sigue caminando porque sabe que nadie pertenece a ningún lado, que el secreto está -veía una película con él, ahí lo escuchó por primera vez- en saber cuándo irse en estar siempre lista para perderlo todo y ella se hace caso, se obedece porque nunca caminó sus calles, se obedece porque después de cada baldoza puede haber un abismo, se obedece porque llega un día donde los nombres de las cosas no dicen nada de las cosas, porque siendo nueva, porque siendo ajena porque siendo la torre recién construida es menos probable derrumbarse, porque siendo invisible es menos probable recibir el trueno «llegará la noche» piensa «y yo voy a tener otro nombre»; ahora mira por primera vez su mano izquierda y se acuerda de un sueño donde tenía plumas; ahora las plumas crecen como flores ahora los ojos rojos cuando se da cuenta que está volando cae, lo mismo que un gato después de romper al gato en el espejo. Está pensando en Freud en Bob Dylan en el fruto 13 de Diana, está pensando en todos esos lugares que tiene que volver a conocer aniñada contradictoria en fuga, extranjera. | Él salió corriendo y pensó “todos somos ladrones” Es Buenos Aires Paredón y no hay después. Ella lo frenó para preguntarle Dónde Sabe que no hay forma de llegar a ningún lado Sabe que no puede responder que es un turista en su propia casa Que está de más en todos lados Ella levantó la vereda y le dijo que se acueste a dormir la siesta Le gusta sentir algo pesado en las piernas cuando voy a dormir Que el sol en la cara le da sueño Si seguís despierto iba a ver la gente pisándole la cara No te asustes! No se siente nada Es como una cosquilla en la nariz Un beso esquimal Que después de todo la gente que camina por Boedo No sabe cuál es la esquina de Elías Que todos van apurados y no porque el tiempo valga algo Sino porque siempre estamos escapando del pasado. Que esos que nos pisan la cabeza Son iguales a nosotros La ciudad se llena de ladrones y turistas Que pueden ser la misma persona Que la única extranjería Es la propia lengua. Él está pensando en Scherazade El primer agente crediticio. Ella en conejos, en nubes, en flores Que caminan por Federico Lacroze Hasta llegar a la Chacarita y quedarse a dormir. | Corría con Buenos Aires bajo el brazo y al llegar al paredón ella lo miró: “yo también soy una ladrona” Sabían que no había lugar una baldoza más allá sabían que eran turistas del otro desconocido que la ciudad se les salía en cualquier momento a uno de los dos Ella dijo: si abrimos la pared podemos dormir la siesta. Le gustaba estar como en un sarcófago y compartir la verticalidad porque horizontalmente nunca tenía sueño. Después van a venir con picos a rompernos pero no grites! Que te clavan y no perdonan nada: son fetichistas de la nariz y nunca más vas a dar un beso esquimal -dame uno, mirá- Pero si dios dijo que hay que perdonar a los que no saben lo que hacen y estos sólo saben que pican y pican y nada más la gente putea a los mosquitos pero sabe que no es su culpa y con estos es igual, no vale el tiempo pensarlo ni pensar si los que rompen la pared no son otros que nosotros Tampoco sabemos lo que hacemos ni qué hacer con la ciudad, ahí se acercan y a ellos se les vuelve extranjera su propia voz Él se está escuchando decir que mejor ser bioy que borges por la facha y las minas Ella está soñando que la pared estalla que los pedazos de piedras se transforman en conejos y el asfalto de repente es una tableta de chocolate con leche |
Fuga
lunes, 14 de noviembre de 2011
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